sábado, 8 de enero de 2011

Primer beso

Jean estaba en el mismo cuarto, dándoles la espalda a los dos, pero a Dominique no pareció importarle, tenía su brazo rodeando el cuello de Mathilde y se atrevió por unos segundos, a robarle un beso de esos que llaman "smac", uno de esos donde solo se juntan los labios como dos palmas aplaudiendo y se separan rápidamente haciendo ese particular sonido que sólo a veces puede ser silenciado intencionalmente cuando no quiere ser descubierto.

Dominique esperó a que Jean se fuera, la situación estaba un poco incómoda entre los tres; Dominique sabía que Jean quería algo, aunque solo fuese una plática a solas, pero algo quería, lo escuchaba desear en silencio que Dominique desistiera y se fuera antes que él, pero eso no sucedió. Jean se terminó despidiendo y dejó el recinto solo, a puertas abiertas para los dos, sin si quiera imaginar que Mathilde contaba los segundos para estar a solas con Dominique y poderlo besar.

El se sentó cómodamente en un mueble un poco alto, pero lo suficientemente bajo para que Mathilde pudiera acercarse a buscar esos labios que tanto ansiaba besar. Y no preguntó nada, sólo se le acercó, tomó posición entre sus piernas semiabiertas cubiertas por un ligero y extremadamente delgado short blanco que a penas hacía la distinción entre su piel y la tela, puso ambas manos en sus muslos, justo por arriba de sus rodillas y se abalanzó sobre sus delineados labios rosas besando con más ternura que con pasión.

Era como si una ráfaga de vapor caliente la recorriera desde la parte más profunda de su estómago y se regara por todo su cuerpo, como si fuesen haces de luz partiendo hacia todas direcciones posibles e imaginables, como si ese primer beso fuera "El " primer beso. Inició acercando sus labios a los suyos hasta que el espacio entre los dos fue inexistente, hasta que no se pudo decir con certeza donde iniciaba uno y donde terminaba el otro.

Sus labios eran suaves y delicados, besaban como un lento masajear de músculos antes de iniciar una jornada de ejercicio nueva donde se incorporaron progresivamente y sin darse cuenta en qué momento con exactitud las dos lenguas húmedas y ávidas por encontrarse, jugando al escondite de una boca a otra, jugando vencidas sobre quién ganaría la batalla en el territorio ajeno, produciendo sin querer, una explosión de placer indescriptible que aumentaba de intensidad conforme pasaban los segundos.

Mathilde se vió poniendo ambas manos sobre su rostro, acariciando con indescriptible ternura cada superficie de su rostro, como queriendo aprender a leer braile sobre su cara y leer palabra a palabra, todo lo que él sentía por ella en ese momento sin necesidad de interrumpir el momento.

Pero no fue necesario interrumpir, ya que como en todo primer beso, apareció el primer curioso que esperaba encontrar, detras de esa ventana abierta de par en par, algo más de lo que realmente estaba sucediendo. Asi que, volviendo de golpe a poner los pies en la tierra y haciendo mas conciente la sensación de vacío en el estómago, se distanció la corriente elécrica que los mantenía unidos y vibrando a exactamente la misma intensidad de voltios y ella juró ver un destello de chispa milésimas de segundo antes de volver a abrir los ojos, donde momentos antes, ya se esbozaba en ambos una sonrisa que marcaba el principio de algo que jamás se acabaría, aunque la vida y las circunstancias externas pudiesen darle fin.

miércoles, 5 de enero de 2011

Donatello y Massima

Era el primer encuentro. Donatello estaba por demás nervioso, y Massima temblaba por todos lados, las piernas no le respondían y toda la seguridad que tenía en sí misma se esfumaba al ver a Donatello desplazarse nerviosamente por la habitación un tanto chusca en la que se encontraban aquella tarde, con los destellos del atardecer infiltrándose por el cortinero barato que los aislaba del mundo exterior.

Él apagó la luz, cerró nerviosamente las cortinas y se movía sin cesar por la pequeña habitación que a Massima le parecía tan grande, postrada contra la pared del lado opuesto, sin saber qué hacer, como si fuese su primera vez. Se desabrochó el pantalón, y abrochó de nuevo nerviosamente pensando para sí misma que quizás no debía adelantarse y dejar que Donatello lo hiciera todo, pero nuevamente pensó que quízás facilitaría mas las cosas si ella lo ayudaba con el primer paso y todo después iría como balsa en un río tranquilo, entonces se desbrochó de nuevo, mientras él segía moviendose de manera intranquila lo más alejado de la cama que su temple le permitía, y desató su blusa, pero nuevamente recapacitó y acomodó todo de nuevo. Pero era demasiado tarde; Donatello ya no se movía, sólo la miraba, con una sonrisa fingida por los nervios que le hacían contraer todos los músculos de la cara de una manera poco armoniosa, que a ella, le pareció la más sensual que hubiese visto en la úlima década.

Massima optó por quitarse los altos tacones negros que había escogido especialmente para esa ocasión, y para romper el hielo, dijo temblorosa que se le había deshilachado la media y le mostró el dedo regordete de su pie izquierdo mientras se recargaba sobre el mueble que sostenía la grán pantalla de plasma que se erguía tras de ella. Decidido, Donatello se acercó, con el deseo a flor de piel, una revoltura de atracción, deseo, ternura y travesura le cruzó por la mente en milésimas de segundo, todas las cosas que había estado planeando hacerle desde que maquiavelaron su encuentro. Se habrá dado cuenta ella? Habrá leído en su sonrisa lo que ansiaba como león saboreando a su presa, lamiéndose los bigotes? No. No podía haberlo leído, ella estaba tan nerviosa como él, y sin embargo sabía, que una fuerza indescriptible los jalaba el uno hacia el otro, como si la Tierra hubiese cambiado su eje y la gravedad los postrara contra el mueble y a él en cima de ella.

Tragó lentamente saliva y se acercó a ella tomándola tiernamente las mejillas con ambas manos y la besó como si tuviese miedo de romperla. Massima aún no perdía el miedo de tocarlo y tuvo que dejar escurrir unos cuantos segundos de ese dulce beso para liberar sus manos escondidas tras su espalda para irse a entrelazar por detrás de la suya, y lentamente, empezó a sentir como le acariciaba la espalda con cierta intensidad buscando despertar sensaciones en ella, y ella solo supo hacer lo mismo, pensando que si él lo hacía, seguramente a él también le gustaría que se lo hiciera. Lentamente, desabrochó su pantalón y dejó al desnudo sus piernas semidesnudas decoradas por un liguero negro y unas medias de seda que la hacían sentir la mujer más sensual del universo, de menos para los ojos que buscaba cautivar. Donatello la miró pasmado, entró en un éxtasis que no tenía palabras para describir y sintió como una corriente elécrica le recorrió la espina dorsal, y fue cuando al retirarse la blusa, descubrió que su torso entero estaba parcialmente cubierto por tela de encaje negra formando un atuendo completo del pecho a las caderasy escondida por debajo, una minúscula tanga de la misma tela que a penas cubría su parte más íntima.

Habían fundido el hielo que los petrificaba con el más dulce de los besos y llegado el momento adecuado, Donatello tomó a Massima de la mano, entrelazó sus dedos con los de ella para mostrarle con solo un gesto, que todo iba a estar bien, que de ahora en delante, él se encaragría de todo y ella, no pudo más que seguirle, confiada de que todo lo que le haría, lo haría con suavidad y dulzura. Y mirándolo a los ojos, ordenada por una sonrisa más encantadora que la del día que se conocieron, obedeció y se recostó en la cama, dejando espacio para que él la siguiera justo después.




Amor prohibido

Y? Qué pasa si no puedo sacarte de mi cabeza? Qué sucede cuando estoy abalanzándome hacia algo que está predestinado a fracasar? Qué hago para proteger mi corazón de un rompimiento eventual seguro?
Supongo que no puedo hacer absolutamente nada mas que dejarme llevar con la inercia de las cosas y perder el equilibrio sobre mi espalda, con ojos cerrados,  sin saber a ciencia cierta si alguien me va a cachar impidiendo que caiga.

No hay más que apostarle a un juego ya perdido desde antes de iniciar y disfrutar al máximo día con día, momento con momento, segundo tras segundo, protegida entre el ínfimo espacio creado entre tus labios cuando, cerrados, se disponen a besarme. Mismos que el día de hoy son mi perdición y el día de mañana, la cruz sobre la cual he de morir crucificada y entregar mi alma en un último suspiro de amor desfalleciente.

Pero cómo matar esa parte de mí misma que me hace tan "yo"? Cómo dejar de ilusionarme, esperando quizás vanamente, que esta historia tenga un romántico final feliz y las cosas terminen siendo como lo anhelo o incluso, mejor aún?

Hoy por hoy, no me resta más que esperar que tu aroma venga por la entrada grande e invada por completo mis pensamientos, mis sentimientos, sensaciones y mi vida misma, mientras logro perderme entre los destellos de tus ojos que me producen escalofríos en cada rincón de mi piel, y sin que te des cuenta, me hagas toda tuya.

"El amor prohibido tiene el sabor del deseo imposible de una felicidad perfecta."