viernes, 24 de diciembre de 2010

Historia sin nombre

Entonces cómo se le dice? Cómo se le llama a una historia que no tiene fin? Cuando una historia inicia y se termina "bien", se le llama historia de amor, cuando termina mal es una tragedia o un drama. Pero qué pasa cuando inicia y no termina del todo? Qué pasa con todas esas historias inconclusas que inician sin tener un verdadero final? Cuando una parte o las dos, se quedan por dias, meses o años en espera de una conclusión.

Qué se debe de hacer con las historias inconclusas? Se tiene que proseguir con la vida de todos los días esperando algo, una resolución, una respuesta, una pelea, un abrazo que, en silencio, resuelva todos los motivos de la separación sin dar una sola explicación? Como se hace para borrar un recuerdo? Para borrar una memoria de algo que en su tiempo fue glorioso? No se puede, simplemente no se puede...

Hoy quisiera quizas no pensarte, no extrañarte como lo hago, quisiera amanecer una mañana sin tu nombre en la mente, sin el recuerdo de tus ojos almendrados, sin el olor de tu humor, ni el aroma de tu aliento cuando respiró cerca del mío. Sería bueno no pensarte, sería bueno no extrañarte, de hecho, no sería bueno, sería simplemente excelente, pero el día de hoy, igual que ayer, e igual que el precedente, estoy otra vez deseando que estuvieses aqui...

Pero no se puede, no se puede poner fin a algo que no empieza, no se puede concluir algo que esta en puntos suspensivos, y no lo quiero concluir, no quiero cerrar el circulo, quiero dejarlo abierto para ponerle un nombre, quiero simplemente saber si será un drama o será una historia de amor, pero por ahora, solo es, un final inconcluso, un ciclo no cerrado, una historia que aguarda sentada la sentencia de un nombre.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Despedida

Sólo podían rodar lágrimas por su cara frente a aquella pantalla blanca que reflejaba en ella el dolor de una despedida. La despedida de algo que no terminaba del todo pero que nunca había completamente iniciado.

Ella tenía ojos verdes, tenía pecas y cabello rubio! Qué no era acaso lo qué él le había dicho que más amaba en una mujer? No eran esas las características físicas que le dijo que más lo jalaban hacia una mujer? Las pecas sensuales por excelencia, el cabello rubio quizas por estereotipo, pero los ojos verdes? Los ojos verdes que de una manera tierna y nostálgica le recordaban a esa mirada simple y pura de su fallecida abuela que tanto amaba? No era eso lo que siempre le repetía, una y otra vez, que tanto lo enloquecía de ella?

Qué burda y extraña comparación, qué vanos ejemplos! Qué inútiles pretextos usaba para ocultar el sentimiento inevitable de pérdida que la corroía por dentro, que crisbapa sus entrañas como si alguien estuviera apretando con un puño el estómago completo y parte de su intestino para no dejar circular la mas minima cantidad de sangre dentro o fuera de él, sofocándolo por completo, sacándole la última porción de vida que se encontraba aún moribunda dentro de ella.

Ella sabía que la razón por la que sus caminos se habían juntado no era esa, no eran esos ojos verdes esmeralda ni esas pecas coquetas, lo que no sabía era si esos motivos, que tan poco conocía, que los habían atraído el uno al otro como el vortex de un torbellino enfurecido, serían lo suficientemente fuertes para voler a unirlos de nuevo, para generar un magnetismo tal entre sus dedos que estos se adhirieran el uno al otro, sin importar el mañana, sin importar qué pasaría después...



"...el más difícil no es el primer beso, sino el último..."

jueves, 16 de diciembre de 2010

In memoriam

Ya pasaron 4 días, cada día se siente peor y nadie parece hacerle caso, nadie parece creerle. Todos a su alrededor están convencidos de que está fingiendo, que solo es una depresión manifestada como una fatiga extenuante, debida indiscutiblemente al estrés tan intenso que le despierta la loca de su jefa, esa mujer de cabellos prestados y de rostro oculto trás medio centímetro de maquillaje, aquella que al hablar entre sus dientes de elote separados como los de Luis Miguel y con su mirada punzante como taladro en cemento viejo, hace la vida imposible a quien se le pone en frente.

Pasó por un especialista muy bueno el primer día, el reconocido neurocirujano a quien ya se había hecho amigo que le escribe una receta con un antidepresivo convencido de que se trata de una depresión severa, aquél otro coqueto intensivista que tambien atinó en preguntarle si se siente deprimida, repite la misma fórmula como si todos se hubiesen puesto de acuerdo. Tanta es la insistencia que cabe en ella la duda, por unos instantes, si realmente no está sumergida en una depresión tan profunda que ni ella misma puede darse cuenta de lo triste que está?? Pero no. Ella sabe que no es así. Ya se ha sentido deprimida antes y esto no es nada como eso. Debe de ser algo más. "No estoy loca" pensó para ella misma.

Después de una llamada a la grán ciudad, cuelga el aparato de comunicación por radio, ese que se corta cada cinco palabras y no deja escuchar la escencia de las comunicaciones, y éste la envía con su hermano; el tercer intensivista de la lista. Como mandado hacer, éste nuevamente le pregunta si está deprimida, y después de una muy escueta revisión, solo atina decirle que se tome un examen de sangre. Siguiendo las indicaciones del segundo intensivista, se queda en casa todo el día, reponiendo la sal de la sangre que está extrañamente baja, pero no hay mejoría alguna. La fatiga empeora, la vista se deteriora, el suelo se mueve y aún así nadie le cree.

Desesperada, el tercer día, recurre a aquél hermoso y brillante excompañero de carrera que adoraba los retos y amaba, a su recuerdo, el diagnóstico mediante simple y pura exploración. Toma su teléfono y presiona el boton de "send" en el nombre de "Quetza". La escucha es antenta, denota un aire de consternación y resuelve decirle que quiere verla en persona, que pasará al día siguiente al salir de la guardia. Ella respira. No sabe cual será la respsuesta final, pero sabe que alguien por fin la toma en serio.

Pasa un día más. Ya son 4 días de síntomas que empeoran. De qué? Quien sabe. Solo sabe que cada día que pasa se siente peor y peor. Pero llega Quetza, por fin, ese lunes por la mañana y después de un efusivo saludo en la puerta de entrada, permanecen los dos abrazados unos segundos mas para no tener que mirarse a los ojos y ver la mirada preocupada que sale de su rostro de ceño fruncido. La exploración inicia y ella no atina mas que a seguir sus indicaciones una a una, realizando pruebas que jamás le habían hecho y otras que jamas había ni leído en libros y se siente, por fin, en buenas manos.

La revisión termina con tres diagnósticos diferenciales, dos que pone por no dejar uno solo del cual sospecha y el tercero, que teme pronunciar pero muy dentro de él, sabe que es el correcto. Termina diciendo que se haga estudios muy específicos y se retira a dormir. Ella no sabe si está en lo correcto o no, sólo sabe que es la primera persona que la toma en serio y la primera que dice algo coherente sobre el motivo de su malestar.

El día 5 llegó y se vió en la obligación de mentir, de decir que un Internista le había ordenado los estudios, dado que si decía que era un "insignificante R1 de medicina interna" nadie le haría caso y en su ego de dioses de la medicina, descartarían lo unico coherente que le habían dicho hasta el momento. El tuvo razón. Su diagnóstico, sin laboratoriales, sin resonancias, sin estudios invasivos y sin si quiera necesidad de 5 días de hospitalización, había sido el correcto. Con la verdadera medicina;  la del interrogatorio y la exploración, supo antes que nadie, el desenlace de la historia.

Y hoy, te escribo a ti, Quetza, en agradecimiento eterno, que de no ser por tí, por tu excelencia como ser humano y tu perfeccionismo como médico, muy probablemente seguiríamos buscando la causa de mis malestares. Gracias a tí siempre y desde ese día, quizás para tí fue un enigma médico más que resolviste, pero a mí me cambiaste la vida y te estaré por siempre agradecida. Gracias por siempre, te llevo presente todos los días y todos los días doy gracias al hecho de haberte conocido. Vas a llegar muy lejos como ser humano y médico y espero poder estar cerca para vivirlo contigo.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Ada

...y ahí estaba Ada, recostada en una cama tibiecita, al lado de Adi, después de 3 intensos años de noviazgo y 2 de matrimonio, compartiendo la misma cama. Él yacía sobre su lado izquierdo con el brazo izquierdo doblado frente a su cara como si aún en su hora de dormir tuviese que seguir posando para las fotos y las pasarelas en las que cotidianamente meneaba su rubia cabellera y su cara rígida, constriñida para no sonreír como era su costumbre diaria.

Ada no podía contener una pequeña sonrisa a penas dibujada en su rostro al observarlo, admirando su belleza escultural, su tersa piel trigueña, sus delgados pero carnsos labios rosados que tan ávidamete besaba día tras día como si fuera una religión, sus delineadas cejas rubias y el trazo perfecto del perfil de su nariz. Y además de sentir amor, cariño y ternura, complicidad y amistad por aquel que le había hecho descubrir las mieles del amor en todas sus expresiones, sintió una profunda culpa al darse cuenta de que ya no recordaba cuando había sido la última vez que le había entregado su cuerpo enamorado en un arrebato de pasión carnal.

Se le fue borrando poco a poco ese bosquejo de sonrisa cuando se dió cuenta de que aquél perfecto hombre que tenía recostado a su lado, aquel ángel que siempre estaba ahi para ella, para consolarla, escucharla, mimarla, pasar todo un fin de semana metido entre las sábanas con ella viendo alguna película solo con el pretexto de estar abrazado a ella, ya no era objeto de su deseo. Sus fuertes manos tersas que la acariciaban con una dulzura sin precedentes, sus tiernas miradas, toda la perfección que en él había para ella como pareja, ya no eran suficientes, por alguna extraña razón, para que ella deseara sentirlo dentro de ella. La sola idea de pensarlo en su interior le producían ganas de llorar, y esa idea la aterraba, pues sabía que lo amaba como ninguna mujer nunca amaría a otro hombre, y no podía mas que sentirse arrollada por la culpa de no tolerar hacerle el amor.

Esa noche, rodó una lágrima silente por la cara lareral de su nariz y su mejilla derecha, se vió envuelta de sentimientos encontrados donde sabía que amaba a su hombre como a nada en el mundo, y en el fondo, tenía la certeza de que si seguía rechanzándole su cuerpo, lo perdería inevitablemente y solo era cuestión de esperar...

viernes, 3 de diciembre de 2010

La traición

..."Pero la verdad siempre sale a la luz" tal como decimos vulgarmente hoy en día, la mierda siempre flota. Todo se sabe. Tarde o temprano, la verdad siempre sale a flote, aunque en un inicio suele esconderse y parece sencilla de ocultar, y los traidores estúpidamente creen que nada se sabe. Pues no. La verdad no es esa. La verdad es que la verdad siempre se sabe, de una manera u de otra.

Y una traición no es una mentira. No señor. Una traición es una deslealtad, una mentira solo es un acto inteligente o un acto cobarde, pero una traición es una cadena de mentiras sumadas a una mala intención, y esa jamás deja la duda, como las mentiras blancas que se dicen, que son para "no lastimar sentimientos", pero en realidad son verdades disfrazadas con palabras melodiosas que el interlocutor siempre sabe reconocer, aunque prefiera  hacerse de oidos sordos para no hacerle frente a la realidad.

Los traicioneros hieden como muertos acumulados en la fosa común municipal, y es un hedor que se impregna, que no se olvida, y no como un rencor añejado con los años, sino como señal de aviso de nunca más, pasar por el mismo lugar.


"and the truth shall set you free..."
John 8:32

jueves, 2 de diciembre de 2010

Manejando

Manejando por la calle, se vió invadida de un antojo desgarrador; pasó frente a unos tacos en su pequeña aspirina que usa como auto, y pudo sentir como se llenaba de saliva su boca desde atras de los molares al saborear una orden de taquitos de lengua con verdura, sal, limón y salsa verde de chile, y su estómago vacío no pudo mas que renegar ruidosamente la falta de alimento estando ya tan próxima la hora de la cena.

Traicionada por su mente científica y su corazón, que el vulgo llama "de pollo", pensó casi en voz alta, qué era lo que realmente más extrañaba con esta maldita dieta de grasas y tortillas a la cual se habia sometido voluntariamente días atrás; si un beso tierno, de esos largos que dejan a uno mareado y viendo lucesitas, o un delicioso pan tostado Bimbo con cajeta Coronado quemada, que tanto tiempo tenía sin probar.

Recordando una no muy vieja cita de cierto científico transatlántico en un país frío como sus propios habitantes, donde hacía referencia a las adicciones, refieriendo, a la sorpresa quizás de muchos, que la combinación de grasa, sal y azúcar refinada es igual de adictiva que la heroína y la cocaína, y por eso es tan difícil excluirlos de la dieta regular y no ceder, de cuando en cuando, a un antojito de esos como los chocorroles o los pingüinos.

Sacando conclusiones, unos kilómetros más delante, atorada en el táfico de las 7 de la noche de camino a casa, no pudo mas que llegar a una deducción; ambas con la cabeza y el sentimiento, donde, en resumidas cuentas, los besos son adictivos por que liberan endorfinas, la sustancia por excelencia del placer, y las drogas fuertes como las antes mencionadas estimulan la liberación de ésta misma, al igual que el enamoramiento que puede sentir una mujer, en toda la extensión de la palabra, con la hormona a flor de piel, cuando le dá un beso a aquél que le corta el aliento con lo que solo parecería un burdo masajeo de las carnosidades que conocemos como labios.

De ésta manera, no pudo más que concluir que sus kilitos extras acumulados en las chaparreras, caderas y nalgas, no eran más que una falta de besos, dado que el hecho de no besar, lleva a una despiadada ansiedad por comer dulces, grasas, sales y cochinadas de esas que anuncian en la tele para doblegar la voluntad del más decidido a "pecar" con un pastelito de chocolate, que son las que pobre y tristemente suplen esa necesidad implacable de besar y sentir enamoramiento.

Y así, con una vasta sonrisa en el rostro, no pudo más que concluir que lo que tenía ella no era un exceso de grasa en las zonas curvas (o de menos, donde se supone, deberían de estar) sino una deficiencia de besos. Así, cada que, de hoy en delante se viera al espejo, no pensaría en una mujer con exceso de huequitos en las pompas, sino una güerota con una implacable deficiencia de besos! Pensó para ella misma mientras un Sentra 2005 le cerraba el paso, "¿Cuál dieta? Lo que yo necesito son besos!"

Pero la realidad fue otra. Llegó a su casa decidida a prepararse un delicioso pan tostado con cajeta que ya se venía saboreando, y antes de entrar a la cocina se frenó en seco pensando que no tenía nadie a quien besar, y volvió a su realidad, saliendo del pretexto mejor elaborado y justificado de la historia para comer sin culpas; no tenía fundamentos práctios inmediatos y no pudo mas que dirigirse a su habitación a escribir la triste historia de la cajeta, la cocaina y los besos.