miércoles, 29 de junio de 2022

Jornada laboral

14 septiembre 2018


El despertador sonó a las 7:30. Debo de confesar que adoro mi cama, honestamente la actividad llamada dormir es una de mis favoritas en este mundo. Por ende, puede entenderse que el momento más difícil de todo el día para mí es en la mañana cuando tengo que despegarme las cobijas del cuerpo. Sin contar obviamente, los días en los que la esclerosis hace de las suyas y se le da la regalada gana de no dejarme empezar el día.

Después de bañarme y vestirme, salí de mi casa corriendo sin desayunar, hice una parada técnica al 7-eleven por una de mis partes favoritas del día; mi capuchino de vainilla!

Tenía cita con mi lector de tesis, quien me ha estado ayudando de una manera impresionante para terminar mi tesis, persona a la cual le estoy profundamente agradecida por todo lo que me ha enseñado en las tutorías que me ha dado por simple amor al arte.  Estuvimos sentados en el area de investigación de la universidad que me forjó como médico mientras pasaban las horas no nos dimos cuenta que las sentaderas empezaban a cobrar su trabajo y los ojos comenzaban a ver borroso. Llegamos por fin a la parte final, pero la parte de las conclusiones parece ser la más larga y la más complicada de toda la tesis. Todo un reto que tengo una semana para cumplir. 

Salí corriendo porque iba tarde para una cita a comer, tenía cosas que discutir de malos entendidos y pleitos sin razón al calor de una deliciosa comida coreana. Y si, mi parte ñoña se manifestó cuando vi que vendían “dumplings” que a Sheldon Cooper le fascinan y con los que siempre molesta a Leonard. (TBBT)

Salí nuevamente y literalmente corriendo del restaurante, aunque mi trabajo estaba a 4 cuadras, no podía llegar tarde y con eso de que se checa la entrada con huella digital, no queda de otra más que llegar a tiempo. Así que llegue 10 minutos antes de la hora. 

Llegue directo a la oficina, empecé a hacer pendientes y organizar mi trabajo; llegaron un par de pasantes a preguntarme sobre la organización de sus labores de la cual yo estaba a cargo. Mientras, llego una amiga y nos pusimos a platicar mientras yo hacía mis cosas con cierta hiperactividad y con la sonrisa y buen humor en la cara de poder estar en chisme mientras no me atraso en lo mío. Después baje al bistro a acompañar a un amigo a comer mientras yo disfrute de un postre y platicamos de negocios y trivialidades. Me paré después de poco menos de una hora, me despedí y empecé mi ronda. 

Pase por control 1, control 2, me fui directo al 5 a visitar a la mamá de una buena amiga, a checar cómo iba, ponerme a las órdenes y me despedí. Pasé por el 6, el 7 y me subí al tercer piso por las escaleras para los controles 8 y 9. Revisé cama por cama, paciente por paciente, en el censo de enfermería, en el mío, revisando concordancias y diagnósticos, haciendo vigilancia epidemiologica. Checando mis pendientes. 

Me bajé a planta baja por las escaleras, fui a terapia intensiva y me tocó la mala suerte de ver fallecer a un paciente y ver llegar a su familia hecha trizas. Siempre es triste una muerte, aunque fuera un paciente que solo conocía de nombre, un nombre en mi censo, pero uno que había que tachar y no por motivo de alta. Siempre se siente un pellizquito en el estomago. 

En coronarios todo estaba tranquilo, me topé con la mejor neumóloga de la ciudad y nos saludamos con gusto mientras yo seguía haciendo lo mío. El reloj seguía corriendo junto con mi peinado que cada vez perdía más forma y el rímel que se corria conforme me iba tallando los ojos que ya se sentían algo decía y cansados. Ya había llegado el turno nocturno y tenía que empezar nuevamente mi recorrido desde el control 1. Pero primero, tenía que volver a control 4 y pasar por UCIPYN a ver a los pedacitos de seres humanos que se pelean por vivir, rodeado de un excelente y admirable grupo de enfermeras que se entregaban niños como si fueran suyos y los estuvieran dejando con la Nana o en la guardería. 

Así, volví a control 1 y regrese a hacer todo mi recorrido una vez más. Solo brincándome el 4 porque ya no había paciente y UCIPYN porque lo cache en cambio de turno. Termine todos los  controles y termine mi ronda en el 9 mientras compartí unas risas con las compañeras de la noche y sin darse cuenta, yo seguí con lo mío. 

El reloj marco las 11 de la noche. 23 horas en mi celular. Me despedí y baje campante caminando hasta el piso 1 y me dirigí a mi oficina mientras me despedía de las personas que iba viendo. Recogí mis cosas, cerré y apagué la luz. Baje a planta baja a checar salida y de ahí camine al sótano 1 para ir por mi carro. 

Llegue a mi casa cerca de las 11:30, sin entender como no por que, pero no estaba cansada. Había sido un buen día. Uno largo pero muy bueno. 

En días como hoy, en los que son las 12:38am (o 00:38h), terminé de cenar, di de comer a mis gatos, me lave la cara, desmaquille, lavé la cara, puse crema de noche, y ahora si estaba lista para dormir. Empiezo a sentir un poco de cansancio. Pero hoy fue un buen día. Amo lo que hago. Amo ser médico. Amo mi trabajo y adoro a mi jefe. Me encantan mis compañeras y mis pasantes. Me gusta interactuar con trabajadores y familiares en los pasillos que cada vez se aprenden más mi nombre y yo el de ellos. Me siento como en casa. Y como no? 9 años de paciente aquí y casi 5 de empleada, pasó más tiempo aquí que en mi casa. Me siento más segura, más feliz, más en mi estado natural. El hospital. Mi hospital. Mi segunda casa. 

No sé cómo le hace la gente para trabajar en cosas que no les apasionan, pero para mi, es casi un regalo hacer lo que hago. Me llena y me hace feliz. Y por encima me da de comer. Y ahora si, después de una jornada non stop desde las 7:30 hasta las 00:44, creo que puedo decir que fue un día productivo y uno de esos días en los que simplemente me siento afortunada de ser quien soy y de estar donde estoy. 

No todos los días soy la más feliz, aunque siempre traiga la sonrisa colgada, pero hoy me siento feliz y me acuesto cansada pero feliz y preparada para un nuevo turno que empieza en 6 horas y media. 

En fin, cambio y fuera. 

Camino de sanación

1º febrero  2019


Enséñame a sanar 

Enséñame el camino a la congruencia 

Enséñame el camino al equilibrio 


Mi cuerpo me pide ser mamá, dar y gestar vida. 

Necesito gestar vida, ser vida, dar vida, ser Salud para dar salud. 

Necesito agua

Necesito abundancia 

Soy abundancia 

Soy perfecta 

El universo me ama

Soy una creación del universo 

Soy parte del universo y el universo es parte de mi 

Soy una posibilidad del universo y el universo vierte sus posibilidades en mi 


El camino es transmitir

Enseñar 

Compartir 

Amar 

Trascender 


Necesito escribir y plasmar tangiblemente ideas para compartirlas, regalar lo que tengo para dar y aprender a recibir. 

Merezco recibir 

Merezco que me den

Merezco que me amen

Merezco amarme con todo lo que soy 


Mi cuerpo es solo un reservorio

Mi alma ya lo sabe todo

Debo escuchar a través de mis sueños 

Necesito escribir mis sueños para recordarlos y sacar enseñanza 


Aprender a darme amor

Me amo, me acepto 

Me perdono 

Me perdono 

Me perdono 

Perdono a quienes pensé que me hicieron daño 


Hoy es momento de soltar. Dejar ir las cargas innecesarias. No son mías ya. No las necesito. Ya no las necesito. Agradezco sus enseñanzas y ahora las dejo ir. Se quedan aquí envueltas de amor y aprendizaje. Me hicieron quien soy. Soy hija del universo y soy perfecta. 


No soy víctima ni verdugo. Soy yo. Soy amor. Soy sentimientos. Soy Salud. Soy perfecta. Soy sanación. Estoy aquí para curar al mundo. Estoy aquí para aprender a curarme a mi misma y así y solo así, tendré el poder absoluto en mis manos de curar a quien toco. Con amor, con humildad, siendo un vehículo del cosmos. No soy yo la que cura. Curo con mis manos porque a través de ellas pasa el infinito, el universo. Solo soy un vehículo. Y ahora, hoy, en este momento, estoy perfecta. Estoy sana. Estoy completa. Este es mi momento de curar. Levantarme de aquí como una nueva persona, siendo todavía Marion, pero con el poder en las manos como canal abierto del universo para sanar. Para combatir el caos, para traer equilibrio y hacer que la congruencia se manifieste. 


Hoy estoy hecha de energía y de amor. Siempre lo estuve. Pero a penas hoy lo entiendo. 


Gracias.


martes, 28 de junio de 2022

Pistolas sin balas

3 de marzo 2019

13:23


No inicio con una queja, inicio quizás con algo de filosofía personal, algo de introspección. Tratar de analizarme y entenderme, tratar de entender lo que me pasa de un ángulo un poco más externo, un poco más distante, aunque el problema está demasiado cerca como para verlo con perspectiva, como me explicaba mi hermana ayer. 


Hoy cumplo 5 días hospitalizada y muy probablemente todavía me quedo un par de días más; la paradoja dentro de todo esto es que la esclerosis múltiple está perfectamente controlada, el gran problema es el medicamento que he estado aplicándome para controlarla. 


Casi 10 años han pasado desde mi diagnóstico y mi escala de discapacidad no se ha movido ni medio punto, no he tenido recaídas en 3 años (lo cual es todo un logro) y clínicamente me siento bastante bien, con sus bemoles de fatiga, vértigo y ocasionales problemas de la vista o vejiga. No puedo quejarme. Estoy muy muy bien, estoy controlada y hago una vida completamente normal y a veces hasta de más, trabajo quizás en exceso porque me hace feliz y siempre me encargo de estar ocupada haciendo algo. Y cuando no es el caso, disfruto durmiendo o viendo series. Mi tiempo para mi. 


Tengo semanas con problemas intestinales que no parecían tener relación un episodio con el otro hasta que se salió de control y llegue bastante deshidratada, hipotensa y hasta hipotermica a urgencias el miércoles pasado... es fecha que sigo internada... después de toda una batería de estudios donde todo lo lógico y lo ilógico salía negativo, volteamos a ver una parte que no se puede ver a ciencia cierta aquí en México porque no se disponen de esos exámenes aquí, pero con la ayuda de un brillante inmunologo, se llegó a la conclusión de que la esclerosis está controlada por qué mis defensas no me atacan, pero lis defensas no me atacan porque se quedaron sin armas; dicho de otro modo, tengo un ejército de 20,000 soldados (número suficiente y correcto) pero solo 200 de ellos traen fusil (por poner un ejemplo), y es entonces que me encuentro con las defensas en niveles normales, pero no sirven en absoluto de nada. 


Hace unas semanas tuve una conversación con alguien que me dijo que no ver noticias me hacía vivir en un mundo color de rosa y una esfera de cristal; de algún modo supongo que ahora se hizo realidad: estoy hospitalizada a puerta cerrada con aislamiento del mundo exterior donde no me puede ver nadie sin bata, guantes y cubre bocas por mis defensas tan bajas... vaya paradoja. 


Me siento bien, tengo mis respectivas incomodidades intestinales pero no me siento moribunda ni realmente enferma, solo estoy muy cansada y estoy tumbada en una cama de hospital por lo que parece una eternidad, aburrida y algo enfadada meditando sobre la inmortalidad del cangrejo y aprendiendo a manejar uno de mis grandes defectos: la impaciencia. Y vaya que no es cosa fácil, lo “único” bueno que le encuentro por ahora es que por fin tengo tiempo de escribir, de darme tiempo para mi que jamás me doy, de ponerme como prioridad, cosa que jamás hago y aprendiendo a estar sola. No por que mi familia y amigos no estén presentes de alguna manera, porque se que a su manera lo están, pero aquí las horas son largas, los días pasan de manera extraña y amanezco día con día sin saber qué día amanece, cuando voy a estar en mi cama, cuando voy a acariciar a mis gatos y cuando voy a poder por fin regresar a este lugar que tanto quiero pero de doctora y no de paciente.... 


En fechas muy recientes, pase por un golpe emocional mucho más duro de lo que pude haber imaginado; después de dos años de soñar con un amor platónico y por fin haber tenido la oportunidad de probar ese pedacito de extasis, de felicidad, de plenitud que era mucho de lo que esperaba que fuera y mucho más, y en algunas cosas simplemente diferente. Se termino de manera abrupta y se me derrumbó el universo en cima. Sé y reconozco que no soy la persona más apta para el manejo de mis emociones y que mi escala emocional va de menos 2000 a más 1 millón; o amo con todo mi ser en toda la extensión de mi palabra, mi cuerpo, mi mente, mi corazón o sufro una pérdida como si fuera la única y la más grande, como si fuera la última, como si no hubiera un mañana después. 


Quisiera no amar tan intensamente, quisiera aprender a hacer eso que tantos dicen que no se de ni todo el dinero ni todo el amor, pero no logro entender y quizás rebasa mi capacidad cognitiva el saber dosificar el amor, el decir que amas a alguien con todo tu ser pero solo darle pedacitos de ti, solo darte a medias, medir matemáticamente el goteo de cariño que se da. Como se puede amar así? Donde está la fórmula para ponerle límite a los sentimientos? Como no expresar lo que te hincha el alma y te hace brillar más los ojos como decían las abuelas. Como alguien es capaz de ocultar eso? Hay un manual para aprender? 


Estoy por ahora recibiendo tratamiento que provee de “pistolas” a mi “ejército” de defensas, estoy esperando que por fin cedan los síntomas y decidan que estoy lista para ir a casa. Solo para dormir y regresar a trabajar. Trabajar que es una de mis mejores medicinas, mi terapia ocupacional, mi pasión y mi más grande felicidad; la medicina, mis pacientes, la ciencia, el aprendizaje, las sorpresas clínicas que me traen mis pacientes cuando empiezan a mejorar. Pero mientras, al menos puedo concentrarme en mi segunda pasión paralela que es escribir, desnudarme ante mi teclado y vaciar mi lengua en caracteres intangibles. 


No hay conclusiones, no hay final por el momento, hay una “yo” que se reta día con día, que empuja sus propios límites, que llora en silencio, que se duerme cuando no quiere pensar, que come porque debe de comer y “agarrar fuerzas”, que debe de aprender a luchar contra sus propios demonios y trascender sus tantos defectos para convertirlos en fortalezas. Aprender a hacer de esta debilidad sentimental una fortaleza física. Buen reto. Hoy quisiera un piojito, unos dedos que se pasearan por mi cabello, unas manos que me den masajes en las plantas de los pies o las palmas de las manos, unos labios tibios que me besaran la frente. Pero quizás, para de este aprendizaje es hacerlo yo sola. Y quizás de ahí parte todo...

El sistema inmunológico: barreras y oportunidades

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Viajero

    Mañana el número en mi muro será el 2, y ya solo estaré a un par de días de partir a mi destino... Quién diría? Quién diría que el tiempo pasaría tan rápido? Que aunque bien dicen que no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla, ésta, en particular, pensé que era una fecha que jamás llegaría.

    Recorro las calles de la ciudad por la noche, sola en mi carro; en mi inseparable aspirinita que no me abandona, a pesar de tanto golpe, tanta deuda, de tanta mugre, ahi sigue llevándome a diestra y siniestra, y observo en silencio cada detalle con una extraña sensación que me cuesta trabajo explicar. Esa sensación que esa noche, me hizo postrarme ante este teclado abandonado a sacudir ideas no leidas al aire de un océano de cybernautas que quizas jamás me lean, pero hoy, qué más da?

    He viajado a distintos lugares, he tenido esa suerte, incluso, he tenido la fortuna de vivir en otro lugar distinto a este, lejano, muy lejano a las cálidas tierras tapatías. He tomado aeronaves que me han llevado a destinos remotos sabiendo que no iba a regresar jamás a estos lugares y sin embargo no me vi invadida de estos sentimientos que se han venido apoderando de mi estos pasados días.

    Paso las tardes y las noches estudiando cada detalle de mi vida cotidiana, como si no fuese yo misma, como si otra yo, de algun otro momento de la historia se hubiese apoderado de mi cuerpo y observase de fuera; la comida que como, cada platillo, cada tortilla, salsa de chile, huevos a la ranchera, agua de fresa, quesadillas, las muecas de mi madre, la enorme sonrisa de mi sobrino, el sonido del Fiesta cuando mi papa regresa a casa de clases, el timbre del teléfono en casa, cada metro que recorro para salir del fraccionamiento donde vivo. Las calles llenas de baches en la grán descuidada López Mateos, los ruidos interminables de la ciudad, los carros pitando, los semáforos en rojo, las camionetas de lujo. Mi sitio de trabajo con todos sus desperfectos y su gente siempre sonriente y la otra que siempre encuentra algo de que quejarse, el piso lleno de polvo, el baño sin agua, el grifo sin llave, Isabel, la señora de los biónicos, Santiago el dentista que tuvo más aventuras que Crocodile Dundee y Mc Giver juntos.

    Tengo esa extraña sensación de que son cosas que no voy a volver a ver. Y no sé por qué, pero me siento obligada a memorizar cada detalle para no olvidar ni uno solo. Tengo la certeza de que regresaré en 6 meses, tengo la certeza de que todo saldrá bien, no se como pero simplemente lo sé. Sin embargo, tengo un inexplicable sentimiento que no llega a ser nostalgia, que me dice que no lo volveré a ver. Y siento la suficiente firmeza en mi corazón para asegurar que viva lo viva, pase lo que pase, vea lo que vea, cuando regrese, seré la misma, quizás con una conciencia un poco distinta, pero la misma de siempre. Por qué siento entonces esta separación tan brutal de una travesía tan efímera?

    Me he separado antes de este lugar, y antes, me separé para no volver, y sin embargo volví. Hoy me separo sabiendo que volveré; será que este viaje tiene más planeado para mi de lo que que yo tengo para mí misma....?


"La vie est un voyageur qui laisse traîner son manteau derrière lui, pour effacer ses traces."
Louis Aragon 

domingo, 17 de abril de 2011

Seres de luz

"El cuerpo no emite electrones, sino, seríamos radioactivos, emitimos fotones. Somos seres de luz, depende de cada uno de nosotros que tanto brillemos con esa luz"

Esas fueron las palabras de mi doctor y amigo, el otro día  mientras mi rostro se cortaba de lágrimas de arriba a abajo, llorando por motivos de los cuales el día de hoy no quiero acordarme, sin embargo tengo tan presentes que prefiero decir que no recuerdo intentando falsamente engañarme a mí misma, no podía más que pensar en qué había fallado esta ocasión?

Había hecho todo bien esta vez; la ternura brotaba como geiser de lo más profundo de mis entrañas cada que estaba cerca de él, fui paciente, fui interesante, fui inteligente, compartimos cultura, compartimos risas, compartimos caricias sin tocarnos por meses, nos besamos con las miradas cientos de veces y nos detuvimos a aproximarnos demasiado cerca por miedo a romper algo que no se había construido aún. No pude ser más sincera, no pude ser más clara, no pude ser más transparente, y sin embargo, no fue suficiente. Me pregunté más de una vez, si era yo, quien no había sido suficiente.

Brillé para él y brillé con él, despertó en mi sentimientos, ideas y sensaciones que no había sentido en más de una década y me había, ilusamente, convecido yo sola, que jamás volvería a sentir nada parecido, que si quiera se le aproximara. Sin estar ciegamente enamorada de él, fui capaz de permitirme amarme estando con él sin llegar al sentimiento de amarlo a él a secas aún, pero lo que me hizo sentir fue mucho más allá de lo que si quiera él hubiese podido imaginar.

Y él? El qué sintió? Se encariñó, me quiso, le gusté. Seguro aún me piensa por las noches tocando el piano, prendiendo un cigarro en el balcón de la serenidad, piensa que quizás podré esperar más tiempo, permanecer meses y meses mas esperando algo que ni él sabe cómo nombrar, apostándole a lo que sabe que siento esperando que lo aguarde pacientemente mientras puede seguir diciendo que no sabe lo que quiere, solo sabe que quiere mantenerme cerca.

Yo tengo luz propia. Yo se que brillo. Sé que brillo cuando estoy a su lado, sé que se me acelera el corazón cuando en un saludo casual nuestros labios se rozan sólo por una orillita como con miedo a romperse los unos a los otros y que se me encoge el estómago cuando leo su nombre o escucho su voz, pero sé también que aunque yo me permití opacarme con sus repetidas ausencias, no necesito de su presencia para poder brillar.

Me ha dolido su ausencia y su silencio, me duelen su indecisión, su duda y el miedo que me tiene, el miedo de enamorarse y de ser capaz de entregarse ciegamente a los brazos de lo que pudiera ser un hermoso y grande nuevo amor, un inicio desde cero sin contar el pasado. Pero ya no más. Ya no más espera, ya no más ilusiones, ya no más castillos en las nubes.

Hoy es día de decir adiós, de dar vuelta a la página de un boceto que jamás se concretó en libro o si quiera en cuento. Hoy es tiempo de seguir brillando con mi luz e iluminar otros caminos en donde no encandile ojos ajenos, donde mi luz no inoportune y donde no tenga que justificarme ante un sentimiento correspondido a medias. Es tiempo de seguir brillando con mi propia luz sin permitir nunca más que la radioactividad de otro ser opaque mi emisión de fotones.

sábado, 8 de enero de 2011

Primer beso

Jean estaba en el mismo cuarto, dándoles la espalda a los dos, pero a Dominique no pareció importarle, tenía su brazo rodeando el cuello de Mathilde y se atrevió por unos segundos, a robarle un beso de esos que llaman "smac", uno de esos donde solo se juntan los labios como dos palmas aplaudiendo y se separan rápidamente haciendo ese particular sonido que sólo a veces puede ser silenciado intencionalmente cuando no quiere ser descubierto.

Dominique esperó a que Jean se fuera, la situación estaba un poco incómoda entre los tres; Dominique sabía que Jean quería algo, aunque solo fuese una plática a solas, pero algo quería, lo escuchaba desear en silencio que Dominique desistiera y se fuera antes que él, pero eso no sucedió. Jean se terminó despidiendo y dejó el recinto solo, a puertas abiertas para los dos, sin si quiera imaginar que Mathilde contaba los segundos para estar a solas con Dominique y poderlo besar.

El se sentó cómodamente en un mueble un poco alto, pero lo suficientemente bajo para que Mathilde pudiera acercarse a buscar esos labios que tanto ansiaba besar. Y no preguntó nada, sólo se le acercó, tomó posición entre sus piernas semiabiertas cubiertas por un ligero y extremadamente delgado short blanco que a penas hacía la distinción entre su piel y la tela, puso ambas manos en sus muslos, justo por arriba de sus rodillas y se abalanzó sobre sus delineados labios rosas besando con más ternura que con pasión.

Era como si una ráfaga de vapor caliente la recorriera desde la parte más profunda de su estómago y se regara por todo su cuerpo, como si fuesen haces de luz partiendo hacia todas direcciones posibles e imaginables, como si ese primer beso fuera "El " primer beso. Inició acercando sus labios a los suyos hasta que el espacio entre los dos fue inexistente, hasta que no se pudo decir con certeza donde iniciaba uno y donde terminaba el otro.

Sus labios eran suaves y delicados, besaban como un lento masajear de músculos antes de iniciar una jornada de ejercicio nueva donde se incorporaron progresivamente y sin darse cuenta en qué momento con exactitud las dos lenguas húmedas y ávidas por encontrarse, jugando al escondite de una boca a otra, jugando vencidas sobre quién ganaría la batalla en el territorio ajeno, produciendo sin querer, una explosión de placer indescriptible que aumentaba de intensidad conforme pasaban los segundos.

Mathilde se vió poniendo ambas manos sobre su rostro, acariciando con indescriptible ternura cada superficie de su rostro, como queriendo aprender a leer braile sobre su cara y leer palabra a palabra, todo lo que él sentía por ella en ese momento sin necesidad de interrumpir el momento.

Pero no fue necesario interrumpir, ya que como en todo primer beso, apareció el primer curioso que esperaba encontrar, detras de esa ventana abierta de par en par, algo más de lo que realmente estaba sucediendo. Asi que, volviendo de golpe a poner los pies en la tierra y haciendo mas conciente la sensación de vacío en el estómago, se distanció la corriente elécrica que los mantenía unidos y vibrando a exactamente la misma intensidad de voltios y ella juró ver un destello de chispa milésimas de segundo antes de volver a abrir los ojos, donde momentos antes, ya se esbozaba en ambos una sonrisa que marcaba el principio de algo que jamás se acabaría, aunque la vida y las circunstancias externas pudiesen darle fin.

miércoles, 5 de enero de 2011

Donatello y Massima

Era el primer encuentro. Donatello estaba por demás nervioso, y Massima temblaba por todos lados, las piernas no le respondían y toda la seguridad que tenía en sí misma se esfumaba al ver a Donatello desplazarse nerviosamente por la habitación un tanto chusca en la que se encontraban aquella tarde, con los destellos del atardecer infiltrándose por el cortinero barato que los aislaba del mundo exterior.

Él apagó la luz, cerró nerviosamente las cortinas y se movía sin cesar por la pequeña habitación que a Massima le parecía tan grande, postrada contra la pared del lado opuesto, sin saber qué hacer, como si fuese su primera vez. Se desabrochó el pantalón, y abrochó de nuevo nerviosamente pensando para sí misma que quizás no debía adelantarse y dejar que Donatello lo hiciera todo, pero nuevamente pensó que quízás facilitaría mas las cosas si ella lo ayudaba con el primer paso y todo después iría como balsa en un río tranquilo, entonces se desbrochó de nuevo, mientras él segía moviendose de manera intranquila lo más alejado de la cama que su temple le permitía, y desató su blusa, pero nuevamente recapacitó y acomodó todo de nuevo. Pero era demasiado tarde; Donatello ya no se movía, sólo la miraba, con una sonrisa fingida por los nervios que le hacían contraer todos los músculos de la cara de una manera poco armoniosa, que a ella, le pareció la más sensual que hubiese visto en la úlima década.

Massima optó por quitarse los altos tacones negros que había escogido especialmente para esa ocasión, y para romper el hielo, dijo temblorosa que se le había deshilachado la media y le mostró el dedo regordete de su pie izquierdo mientras se recargaba sobre el mueble que sostenía la grán pantalla de plasma que se erguía tras de ella. Decidido, Donatello se acercó, con el deseo a flor de piel, una revoltura de atracción, deseo, ternura y travesura le cruzó por la mente en milésimas de segundo, todas las cosas que había estado planeando hacerle desde que maquiavelaron su encuentro. Se habrá dado cuenta ella? Habrá leído en su sonrisa lo que ansiaba como león saboreando a su presa, lamiéndose los bigotes? No. No podía haberlo leído, ella estaba tan nerviosa como él, y sin embargo sabía, que una fuerza indescriptible los jalaba el uno hacia el otro, como si la Tierra hubiese cambiado su eje y la gravedad los postrara contra el mueble y a él en cima de ella.

Tragó lentamente saliva y se acercó a ella tomándola tiernamente las mejillas con ambas manos y la besó como si tuviese miedo de romperla. Massima aún no perdía el miedo de tocarlo y tuvo que dejar escurrir unos cuantos segundos de ese dulce beso para liberar sus manos escondidas tras su espalda para irse a entrelazar por detrás de la suya, y lentamente, empezó a sentir como le acariciaba la espalda con cierta intensidad buscando despertar sensaciones en ella, y ella solo supo hacer lo mismo, pensando que si él lo hacía, seguramente a él también le gustaría que se lo hiciera. Lentamente, desabrochó su pantalón y dejó al desnudo sus piernas semidesnudas decoradas por un liguero negro y unas medias de seda que la hacían sentir la mujer más sensual del universo, de menos para los ojos que buscaba cautivar. Donatello la miró pasmado, entró en un éxtasis que no tenía palabras para describir y sintió como una corriente elécrica le recorrió la espina dorsal, y fue cuando al retirarse la blusa, descubrió que su torso entero estaba parcialmente cubierto por tela de encaje negra formando un atuendo completo del pecho a las caderasy escondida por debajo, una minúscula tanga de la misma tela que a penas cubría su parte más íntima.

Habían fundido el hielo que los petrificaba con el más dulce de los besos y llegado el momento adecuado, Donatello tomó a Massima de la mano, entrelazó sus dedos con los de ella para mostrarle con solo un gesto, que todo iba a estar bien, que de ahora en delante, él se encaragría de todo y ella, no pudo más que seguirle, confiada de que todo lo que le haría, lo haría con suavidad y dulzura. Y mirándolo a los ojos, ordenada por una sonrisa más encantadora que la del día que se conocieron, obedeció y se recostó en la cama, dejando espacio para que él la siguiera justo después.