miércoles, 12 de diciembre de 2012

Viajero

    Mañana el número en mi muro será el 2, y ya solo estaré a un par de días de partir a mi destino... Quién diría? Quién diría que el tiempo pasaría tan rápido? Que aunque bien dicen que no hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla, ésta, en particular, pensé que era una fecha que jamás llegaría.

    Recorro las calles de la ciudad por la noche, sola en mi carro; en mi inseparable aspirinita que no me abandona, a pesar de tanto golpe, tanta deuda, de tanta mugre, ahi sigue llevándome a diestra y siniestra, y observo en silencio cada detalle con una extraña sensación que me cuesta trabajo explicar. Esa sensación que esa noche, me hizo postrarme ante este teclado abandonado a sacudir ideas no leidas al aire de un océano de cybernautas que quizas jamás me lean, pero hoy, qué más da?

    He viajado a distintos lugares, he tenido esa suerte, incluso, he tenido la fortuna de vivir en otro lugar distinto a este, lejano, muy lejano a las cálidas tierras tapatías. He tomado aeronaves que me han llevado a destinos remotos sabiendo que no iba a regresar jamás a estos lugares y sin embargo no me vi invadida de estos sentimientos que se han venido apoderando de mi estos pasados días.

    Paso las tardes y las noches estudiando cada detalle de mi vida cotidiana, como si no fuese yo misma, como si otra yo, de algun otro momento de la historia se hubiese apoderado de mi cuerpo y observase de fuera; la comida que como, cada platillo, cada tortilla, salsa de chile, huevos a la ranchera, agua de fresa, quesadillas, las muecas de mi madre, la enorme sonrisa de mi sobrino, el sonido del Fiesta cuando mi papa regresa a casa de clases, el timbre del teléfono en casa, cada metro que recorro para salir del fraccionamiento donde vivo. Las calles llenas de baches en la grán descuidada López Mateos, los ruidos interminables de la ciudad, los carros pitando, los semáforos en rojo, las camionetas de lujo. Mi sitio de trabajo con todos sus desperfectos y su gente siempre sonriente y la otra que siempre encuentra algo de que quejarse, el piso lleno de polvo, el baño sin agua, el grifo sin llave, Isabel, la señora de los biónicos, Santiago el dentista que tuvo más aventuras que Crocodile Dundee y Mc Giver juntos.

    Tengo esa extraña sensación de que son cosas que no voy a volver a ver. Y no sé por qué, pero me siento obligada a memorizar cada detalle para no olvidar ni uno solo. Tengo la certeza de que regresaré en 6 meses, tengo la certeza de que todo saldrá bien, no se como pero simplemente lo sé. Sin embargo, tengo un inexplicable sentimiento que no llega a ser nostalgia, que me dice que no lo volveré a ver. Y siento la suficiente firmeza en mi corazón para asegurar que viva lo viva, pase lo que pase, vea lo que vea, cuando regrese, seré la misma, quizás con una conciencia un poco distinta, pero la misma de siempre. Por qué siento entonces esta separación tan brutal de una travesía tan efímera?

    Me he separado antes de este lugar, y antes, me separé para no volver, y sin embargo volví. Hoy me separo sabiendo que volveré; será que este viaje tiene más planeado para mi de lo que que yo tengo para mí misma....?


"La vie est un voyageur qui laisse traîner son manteau derrière lui, pour effacer ses traces."
Louis Aragon 

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