martes, 28 de junio de 2022

Pistolas sin balas

3 de marzo 2019

13:23


No inicio con una queja, inicio quizás con algo de filosofía personal, algo de introspección. Tratar de analizarme y entenderme, tratar de entender lo que me pasa de un ángulo un poco más externo, un poco más distante, aunque el problema está demasiado cerca como para verlo con perspectiva, como me explicaba mi hermana ayer. 


Hoy cumplo 5 días hospitalizada y muy probablemente todavía me quedo un par de días más; la paradoja dentro de todo esto es que la esclerosis múltiple está perfectamente controlada, el gran problema es el medicamento que he estado aplicándome para controlarla. 


Casi 10 años han pasado desde mi diagnóstico y mi escala de discapacidad no se ha movido ni medio punto, no he tenido recaídas en 3 años (lo cual es todo un logro) y clínicamente me siento bastante bien, con sus bemoles de fatiga, vértigo y ocasionales problemas de la vista o vejiga. No puedo quejarme. Estoy muy muy bien, estoy controlada y hago una vida completamente normal y a veces hasta de más, trabajo quizás en exceso porque me hace feliz y siempre me encargo de estar ocupada haciendo algo. Y cuando no es el caso, disfruto durmiendo o viendo series. Mi tiempo para mi. 


Tengo semanas con problemas intestinales que no parecían tener relación un episodio con el otro hasta que se salió de control y llegue bastante deshidratada, hipotensa y hasta hipotermica a urgencias el miércoles pasado... es fecha que sigo internada... después de toda una batería de estudios donde todo lo lógico y lo ilógico salía negativo, volteamos a ver una parte que no se puede ver a ciencia cierta aquí en México porque no se disponen de esos exámenes aquí, pero con la ayuda de un brillante inmunologo, se llegó a la conclusión de que la esclerosis está controlada por qué mis defensas no me atacan, pero lis defensas no me atacan porque se quedaron sin armas; dicho de otro modo, tengo un ejército de 20,000 soldados (número suficiente y correcto) pero solo 200 de ellos traen fusil (por poner un ejemplo), y es entonces que me encuentro con las defensas en niveles normales, pero no sirven en absoluto de nada. 


Hace unas semanas tuve una conversación con alguien que me dijo que no ver noticias me hacía vivir en un mundo color de rosa y una esfera de cristal; de algún modo supongo que ahora se hizo realidad: estoy hospitalizada a puerta cerrada con aislamiento del mundo exterior donde no me puede ver nadie sin bata, guantes y cubre bocas por mis defensas tan bajas... vaya paradoja. 


Me siento bien, tengo mis respectivas incomodidades intestinales pero no me siento moribunda ni realmente enferma, solo estoy muy cansada y estoy tumbada en una cama de hospital por lo que parece una eternidad, aburrida y algo enfadada meditando sobre la inmortalidad del cangrejo y aprendiendo a manejar uno de mis grandes defectos: la impaciencia. Y vaya que no es cosa fácil, lo “único” bueno que le encuentro por ahora es que por fin tengo tiempo de escribir, de darme tiempo para mi que jamás me doy, de ponerme como prioridad, cosa que jamás hago y aprendiendo a estar sola. No por que mi familia y amigos no estén presentes de alguna manera, porque se que a su manera lo están, pero aquí las horas son largas, los días pasan de manera extraña y amanezco día con día sin saber qué día amanece, cuando voy a estar en mi cama, cuando voy a acariciar a mis gatos y cuando voy a poder por fin regresar a este lugar que tanto quiero pero de doctora y no de paciente.... 


En fechas muy recientes, pase por un golpe emocional mucho más duro de lo que pude haber imaginado; después de dos años de soñar con un amor platónico y por fin haber tenido la oportunidad de probar ese pedacito de extasis, de felicidad, de plenitud que era mucho de lo que esperaba que fuera y mucho más, y en algunas cosas simplemente diferente. Se termino de manera abrupta y se me derrumbó el universo en cima. Sé y reconozco que no soy la persona más apta para el manejo de mis emociones y que mi escala emocional va de menos 2000 a más 1 millón; o amo con todo mi ser en toda la extensión de mi palabra, mi cuerpo, mi mente, mi corazón o sufro una pérdida como si fuera la única y la más grande, como si fuera la última, como si no hubiera un mañana después. 


Quisiera no amar tan intensamente, quisiera aprender a hacer eso que tantos dicen que no se de ni todo el dinero ni todo el amor, pero no logro entender y quizás rebasa mi capacidad cognitiva el saber dosificar el amor, el decir que amas a alguien con todo tu ser pero solo darle pedacitos de ti, solo darte a medias, medir matemáticamente el goteo de cariño que se da. Como se puede amar así? Donde está la fórmula para ponerle límite a los sentimientos? Como no expresar lo que te hincha el alma y te hace brillar más los ojos como decían las abuelas. Como alguien es capaz de ocultar eso? Hay un manual para aprender? 


Estoy por ahora recibiendo tratamiento que provee de “pistolas” a mi “ejército” de defensas, estoy esperando que por fin cedan los síntomas y decidan que estoy lista para ir a casa. Solo para dormir y regresar a trabajar. Trabajar que es una de mis mejores medicinas, mi terapia ocupacional, mi pasión y mi más grande felicidad; la medicina, mis pacientes, la ciencia, el aprendizaje, las sorpresas clínicas que me traen mis pacientes cuando empiezan a mejorar. Pero mientras, al menos puedo concentrarme en mi segunda pasión paralela que es escribir, desnudarme ante mi teclado y vaciar mi lengua en caracteres intangibles. 


No hay conclusiones, no hay final por el momento, hay una “yo” que se reta día con día, que empuja sus propios límites, que llora en silencio, que se duerme cuando no quiere pensar, que come porque debe de comer y “agarrar fuerzas”, que debe de aprender a luchar contra sus propios demonios y trascender sus tantos defectos para convertirlos en fortalezas. Aprender a hacer de esta debilidad sentimental una fortaleza física. Buen reto. Hoy quisiera un piojito, unos dedos que se pasearan por mi cabello, unas manos que me den masajes en las plantas de los pies o las palmas de las manos, unos labios tibios que me besaran la frente. Pero quizás, para de este aprendizaje es hacerlo yo sola. Y quizás de ahí parte todo...

El sistema inmunológico: barreras y oportunidades

No hay comentarios:

Publicar un comentario