lunes, 6 de diciembre de 2010

Ada

...y ahí estaba Ada, recostada en una cama tibiecita, al lado de Adi, después de 3 intensos años de noviazgo y 2 de matrimonio, compartiendo la misma cama. Él yacía sobre su lado izquierdo con el brazo izquierdo doblado frente a su cara como si aún en su hora de dormir tuviese que seguir posando para las fotos y las pasarelas en las que cotidianamente meneaba su rubia cabellera y su cara rígida, constriñida para no sonreír como era su costumbre diaria.

Ada no podía contener una pequeña sonrisa a penas dibujada en su rostro al observarlo, admirando su belleza escultural, su tersa piel trigueña, sus delgados pero carnsos labios rosados que tan ávidamete besaba día tras día como si fuera una religión, sus delineadas cejas rubias y el trazo perfecto del perfil de su nariz. Y además de sentir amor, cariño y ternura, complicidad y amistad por aquel que le había hecho descubrir las mieles del amor en todas sus expresiones, sintió una profunda culpa al darse cuenta de que ya no recordaba cuando había sido la última vez que le había entregado su cuerpo enamorado en un arrebato de pasión carnal.

Se le fue borrando poco a poco ese bosquejo de sonrisa cuando se dió cuenta de que aquél perfecto hombre que tenía recostado a su lado, aquel ángel que siempre estaba ahi para ella, para consolarla, escucharla, mimarla, pasar todo un fin de semana metido entre las sábanas con ella viendo alguna película solo con el pretexto de estar abrazado a ella, ya no era objeto de su deseo. Sus fuertes manos tersas que la acariciaban con una dulzura sin precedentes, sus tiernas miradas, toda la perfección que en él había para ella como pareja, ya no eran suficientes, por alguna extraña razón, para que ella deseara sentirlo dentro de ella. La sola idea de pensarlo en su interior le producían ganas de llorar, y esa idea la aterraba, pues sabía que lo amaba como ninguna mujer nunca amaría a otro hombre, y no podía mas que sentirse arrollada por la culpa de no tolerar hacerle el amor.

Esa noche, rodó una lágrima silente por la cara lareral de su nariz y su mejilla derecha, se vió envuelta de sentimientos encontrados donde sabía que amaba a su hombre como a nada en el mundo, y en el fondo, tenía la certeza de que si seguía rechanzándole su cuerpo, lo perdería inevitablemente y solo era cuestión de esperar...

2 comentarios:

  1. Saz!!! está como algún relato mío... de esos que les falta el desenlace... pero así está bien... a la imaginación del lector... buenazo güera...

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  2. yeah! muchas gracias!!! no me habia fijado que los tuyos no tenian desenlace, tendre que leer mas de lo tuyo! :)

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